¡Ya tenemos cámara! ¡Y vaya lo que nos ha costado! Pues para poder maximizar su vida, es conveniente tener presente una serie de consejos para su limpieza y cuidado.

Es importante tener presente que aunque la cámara parece un todo robusto, tiene dos partes bien diferenciadas: el cuerpo y el objetivo. Normalmente este último se acopla al cuerpo mediante una montura con sistema de bayoneta (que puede ser metálico o plástico, por supuesto mucho mejor el primer) que fija y aísla el conjunto. El cuerpo dispone de un botón que libera el objetivo.
¿Cómo debemos cuidar estas partes?
Cuidados del cuerpo
El cuerpo suele ser metálico con un recubrimiento de plástico. Su limpieza es realmente sencilla. Normalmente con un paño húmedo o una bayeta de microfibras podemos limpiarlo sin excesivo problema. Es importante poner atención a las partes de cristal, como la pantalla trasera, la pantalla superior -si existe- y, sobre todo, el visor. Son elementos más delicados que debemos tratar como se merecen y en el caso del visor, intentar no dejar ningún resto de suciedad. Es cierto que esto no afecta a la imagen obtenida, pero es muy molesto a la hora de encuadrar. Fundamental limpiar bien el cuerpo antes de separar el objetivo, para minimizar el riesgo de que entren partículas de polvo y suciedad a la parte interior de la cámara.
Si levantamos el espejo -normalmente las cámaras tienen una opción para esto en el menú, a fin de poder limpiarla- nos encontramos con el obturador, un elemento mecánico de laminillas MUY delicado. No se te ocurra tocarlo. Debajo del obturador nos encontramos el sensor. El verdadero corazón de la cámara y una pieza extremadamente delicada. La máxima limpieza recomendable es el soplado con pera. Los sensores modernos suelen incorporar un sistema de autolimpieza que quita algunas partículas de polvo. Si hiciese falta limpiar más a fondo el sensor, es conveniente llevarlo a un servicio técnico, pues además de delicado, es un proceso peligroso, ya que podemos rayar el sensor o incluso inutilizarlos si usamos algún líquido de limpieza inadecuado.
Si quieres saber si en tu sensor hay suciedad, hay un truco muy sencillo: coloca un objetivo, cierra el diafragma a tope -si no sabes de qué te estoy hablando, no te preocupes, lo veremos más adelante y podrás comprobarlo- y saca una foto a una pared o un cielo azul. Ahí verás si hay manchas en forma de puntos o rayas.
Si tu cámara es una EVIL, mucho ojo, porque al quitar el objetivo te encuentras de lleno con el sensor. Ni espejo ni obturador.
Cuidados del objetivo
Debemos prestar especial atención a las lentes delantera y trasera del mismo. No es conveniente tocarlas ni limpiarlas con nada que no sea una pera de soplado -siempre soplar primero- y un paño óptico describiendo círculos concéntricos de la parte central hacia el borde. Recuerda lo del soplado, porque como haya alguna partícula de arena, al frotar con el paño, imagina lo que puede pasarle al cristal…Mucha gente usa filtros protectores UV para las lentes… de ellos hablaremos la semana que viene…
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